Las letras que no retoñan....
Aún no lo comprendo, así como tampoco su partida...pero en el último tiempo el recuerdo de mi padre ha estado muy presente en mis rutinas, tanto como en los primeros meses luego de su muerte: cuando lo sentía cerca y aparecía incandescente en mis sueños, diciéndome que donde quiera que estaba, todo era hermoso... que no me ahogara en la pena, tomara su relevo y cuidara de mis hermanas.
Ahora siento como si me escuchara cantar solo o como si tomara una tibia ubicación en mi pieza. O como si se hiciera material otra vez en los tantos objetos suyos que alguna vez escondimos con mis hermanas para ahogar el dolor. Sin embargo, con la costra de los años, aparecieron tenues arrojándome a su recuerdo, a su belleza, a su forma de ángel enorme que me acompañó desde mis primeras luces.
Mi padre está en mi voz.. cada vez más similar a la suya; está en mis lentes, el ajedrez que él me enseñó a jugar, en mi postura inclinada, en mi adicción a las caminatas y a las veredas; en mi predilección por los inviernos, mi adicción a Valparaíso y al mar, mi andar en troles y ascensores, el deleite de los vinos y chocolates... en mi insaciable apetito por aprender.
Por las pérdidas de pasajeros (100 mil desde febrero hasta ahora, luego de que el estallido de Calle Serrano arrasara también con los postes y cables de los troles), y las mermas económicas (unos 20 millones pesos al mes), el 15 de junio próximo los troles serían desconectados para siempre y pasarán a ese cementerio simbólico -como el de la foto, abajo- donde descansan en un sueño perenne los tranvías, unos 30 ascensores (hoy sólo quedan 15) y el ideario de una ciudad que solía reconciliar la funcionalidad y la estética.