viernes, marzo 28, 2008

Vivir solo


Hasta que finalmente me fui a vivir solo. Probablemente era uno de los principales proyectos personales que quería concretar este año. Así que, lentamente, fui atando algunos nudos y desde hace una semana me vine con mis libros, mis discos, mi ropa y mis tesorillos a un microdepto (llamado "bulo" por quienes entienden) ubicado en el centro de Viña. Es posible que me quede ahí poco tiempo hasta que concrete mi otro anhelo: partir a Santiago o a algún otro lugar a buscar mejores y nuevas perspectivas laborales.... o estudiar un necesario posgrado.



El cambio ha sido, eso sí, un tanto extraño. Coincidió con las tormentosas vacaciones de mi hermana, que las ha sufrido todas por mi partida y el dibujo de soledad que el cambio ha proyectado para ella. También todo sucedió cuando comenzaba a conocer a alguien que me estaba dejando en las nubes y que, por diversas y inexplicables circunstancias, no prosperó más allá de un lindo proyecto. Cosas de la vida.


Días después, me enfermé y debí guardar cama en soledad. Qué duro se vuelve estar enfermo sin nadie que te diga, al menos, "¡mejórate!".... Pero ha habido momentos, pequeños instantes en que he puesto mi música favorita (Cocteau Twins) y algo mágico sucede: miro los barcos por la ventana, luego vuelvo y veo mis cosas, mi historia convertida en objetos y pienso que lo que soñé por tantos años, independizarme y armar mi refugio, está cuajando en un pequeño lugar, por ahora, con tantos sueños aún lanzados que alcanzar. Me siento joven y viejo, a la vez. Sediento aún de vivirlo todo, pero consolidado en otros aspectos. Buscando y encontrando. Desilusionándome y soñando. Viviendo las lecciones y, definitvamente, aprendiendo.

Foto 1: Tristancio

miércoles, marzo 19, 2008

Los dos conocimientos


Caminaba apurado, como suelo hacerlo, hacia alguna de las tantas "estaciones" de mi trabajo. Probablemente una conferencia de prensa. De pronto, de la nada, apareció una gitana y acercó su mirada directamete hacia la mía. Me dijo, muy segura: "basta de acumular conocimientos en los libros. Basta de creer tanto en lo que tus conocimientos dictan. Te queda por aprender la vida práctica, de las lecciones que enseñan los logros y las caídas". Mientras esperaba que me pidiera un billete y-desde mis prejuicios- intentaba no dejarme llevar por las trampas en las que -admito- caí alguna vez (fue sólo un billete de $500.. esos que ya no existen), la gitana siguió su camino libre, pero me dejó pensativo en torno a sus palabras.


Más tarde, entrevisté a un pescador y un portuario. Ambos eran hombres curtidos por una vida de trabajo. Lamentaban la precaria situación que vivían. El pescador (de la región del Biobío) decía que los industriales no le permitían a artesanales como él un mínimo garantizado de anchoveta. Por ello, no podía obtener recursos para mantener apropiadamente a su familia. El portuario me contaba sobre el inminente despido que sufrirá después de años de labores en el puerto, como estibador. La privatización del espigón dejará a otros 1300 jefes de familia, como él, de brazos cruzados. Ambos, el pescador y el portuario, casi no habían recibido educación formal. Los dos eran producto de sí mismos. Sus miradas, conectadas con la experiencia de los años, los delataba como sus propios forjadores a pulso de sacrificio y valor.



Recordé las palabras de la gitana. A veces no basta con leerlo todo, con querer saber las más recónditas teorías y sumergirse en las últimas conclusiones de los diversos conocimientos si ello no va de la mano de una aplicación y aceptación cotidiana de los conocimientos. Esa sabiduría que sólo los años entregan; los ojos adiestrados de ver al sol alzarse y esconderse; el olfato fino de las abuelas que adivinan embarazos y de los viejos que pronostican males o advenimientos increíbles. Qué ganas de tener, al menos, una chispa de ese fuego para afrontar las trampas que la engañosa ansiedad, los dictámenes y espejismos del ego o las pulsiones que nuestra propia historia nos ponen en frente, para jugar por momentos con nuestros erráticos transcursos.

lunes, marzo 10, 2008

El round del cambio: Hillary vs. Obama


No debería interesarme directamente la elección de Estados Unidos. No es mi país, ni su cultura apela directamente a mis gustos. Sin embargo, nadie puede desconocer que las políticas públicas del Imperio del Tío Sam afectan inexorablemente al resto del planeta. Por ejemplo, la desaceleración de Washington tiene en suspenso a economías emergentes como la nuestra. La ley es muy simple: si el gran devorador come más lento, los productores y proveedores de materias primas también vamos a ese ritmo.

Lo mismo sucedió con Irak. Estados Unidos, o mejor dicho, la asquerosa política externa de Bush, decide derrocar el régimen de Saddam Hussein para garantizar el aprovisionamiento de petróleo... y, ergo, el resto del mundo se hunde por el alza descontrolada del precio del crudo. Todos finalmente sufrimos las réplicas.



Por todo lo anterior, estoy muy pendiente de la próxima elección presidencial de Estados Unidos. Hoy en la batalla de los precandidatos (demócratas... para mí no hay otra opción. Jamás me gustarán los republicanos, pese al elefante que los simboliza), sigo con especial atención el escenario que ocupan Barack Obama y Hillary Clinton. He visto por youtube los debates en que se han enrostrado sus respectivas debilidades y fortalezas.... Hillary le ha criticado a Obama su teórica falta de experiencia y, como contragolpe, el senador le ha recordado que él votó en contra de la invasión a Irak a diferencia de ella. Han sido entrentamientos sucesivos e informados. Contrario a lo que sucede con nuestro proceso eleccionario, en que los comandos regulan lo que los canales de TV pueden hacer, y nos ofrecen aparentes debates que no son más que malas entrevistas dobles (y tamizadas por la censura).


Entre Hillary Clinton y Barack Obama, lo prefiero a él. Su programa de gobierno basado sobre la idea de un "cambio" en las prácticas políticas de Washington me convence más que las promesas populistas de una mujer que representa lo peor del establishment partidista. Lo digo por su estrategia de apelar al miedo de los prominentes votantes con el objetivo de asegurar su escaño. Una campaña de Hillary le dice a los electores: "Son las 3 de la mañana y sus hijos están durmiendo a salvo. ¿Quién prefiere que conteste el teléfono? Su voto decidirá quién responde la llamada. Alguien listo para ser el líder en un mundo peligroso". Eso para mí es publicidad sucia. Lo mismo que intenta hacer al mostrar una foto de Obama vestido de árabe y tratar de hacerlo parecer como pro-talibán frente a una masa desinformada que no diferencia atuendos y asimila el mundo árabe como una realidad homogénea.



Al parecer Estados Unidos ha entendido gradualmente cuál de los candidatos representa mejor los principios liberales y flexibles que alientan a los demócratas. Las últimas 15 caucases (asambleas) -excepto en Texas y Ohio-han significado una seguidilla de derrotas para la campaña de Clinton y su temerosa treta ofensiva. El número de delegados ha crecido exponencialmente en favor de Obama, mientras la elección más avanza en los pequeños estados, los mismos que Hillary erróneamente ignoró por los centros urbanos, como Nueva York y Los Ángeles, donde triunfó en las urnas.



En mi opinión, Barack Obama ofrece reales alternativas de cambio. Tiene algo de las tempranas promesas de Bachelet, de volcarse a los ciudadanos y escuchar sus demandas. Su anuncio de darle licencia de conducir a los inmigrantes ilegales es más responsable para mí que la de Hillary de prohibírselas, porque ello incurriría en una legitimación. Lo mismo en otras materias. El real cambio está en quien toma el riesgo, más allá de todo populismo, de crear mecanismos de participación, de reconocer las prácticas cotidianas de un país, de propiciar en él las posibilidades de una vida más feliz y armónica... Si los gringos consiguen algo de eso, no pasará mucho para que actúe la "tripple-down theory" o ley del goteo de Ronald Raegan y algo de ello pueda caer en la lengua estirada de quienes vivimos en el patio trasero.