miércoles, febrero 27, 2008

Fin de verano


En marzo comienza el año. Es el mes en que retorna la "regularidad" de los días fríos, salen a la calle los paraguas, las bufandas y las ropas grises, y la travesura estética del verano se duerme al fondo del clóset.

De pequeño, era el mes maldito que significaba volver a clases, dejar a un lado la libertad de las vacaciones y tranzarla por la compra de útiles escolares, uniformes y la rutina de un nuevo horario de clases. Aparecían los compañeros de curso y profesores a veces desconocidos, la renovada programación de la TV, los cuadernos en blanco, los lápices de cera, plumones y témperas con olor a juguete recién fabricado.



Ese ritual de comenzar nuevos caminos en marzo siguió, de alguna forma, en la universidad. En el tercer mes del año, tomaba los ramos que lentamente me acercaban al momento de convertirme en periodista. Me reencontraba con los compañeros que habían aprobado y tarjaba, ¡al fin! los cursos aprobados.



Sin embargo, hoy veo con cierta nostalgia el significado que antes tenía marzo. No tiene ya el sentido de comenzar algo nuevo, sino la oportunidad de mirar a lo lejos cómo vuelven los escolares con sus uniformes nuevos a las micros y las calles, cómo las universidades se repletan de "mechones" ansiosos y la televisión anuncia sus nuevos programas. La publicidad no deja de avisar sobre créditos de consumo para hacer frente a las demandas de lo nuevo. Y, entre tanta información, viene a mi mente un verano en la playa. Eran cerca de la seis de la tarde. El sol ya se ponía y mi papá me pedía que fuese a buscar y el balde y la pala que había dejado junto a las rocas, porque nos íbamos. Recuerdo que estallé en llanto, porque desenterrar mi balde implicaba despedirme del verano, de las olas, mis castillos en la arena, mi colección de conchitas (cuando en las playas de Viña había conchitas) y piedras. Sacudir la arena de la toalla y la piel significaba volver y decir adiós al gentil verano y sus últimos rayos de sol.

Hoy me despido de la albahaca, de las poleras y las sandalias, de la sandía y el melón, de los brindis en la terraza de Lucy, de las playas de La Serena, de las lecturas bajo los rayos del sol intenso y reparador. Me sumerjo en marzo y su olor a comienzo de otoño, ciudad, sonido de martillos neumáticos, bocinazos, hojas muertas que caen y relojes que giran sin cesar.

viernes, febrero 15, 2008

El caos se escribe con la mano derecha


A medida de que los gobiernos de la Concertación han ido desgastando su arcoíris de promesas y "la alegría que viene", la derecha ha buscado en la prensa (de la que es prácticamente dueña) la estrategia para hablarnos de un Chile bananero, caótico y horrible, que se cae a pedazos. Es inevitable, entonces, hacer un racconto hasta el gobierno de Allende y recordar a una medio como La Segunda, que le pedía al Presidente que renunciara...



>> Esto es una vergüenza para el periodismo. Se le debería ejemplificar como la etapa más oscura de la profesión.


Es así como por los titulares que cuelgan de los kioskos (y que informan a la mayoría de los lectores ociosos de este país, que no son capaces de leer más allá ni cuestionar las sacrosantas verdades del periodismo), se comienza a dibujar a un Estado fallido, que no funciona, que tiene un sistema de transportes horroroso (como si las micros amarillas no lo fueron), que es gobernado por una Presidenta estúpida (tanto así que llegó a estudiar medicina), coludida con una corrupción "inédita" (como si los pinocheques y los escándalos del Banco Riggs no lo fueran)... y, en fin, un Chile que se hunde y está estancado en un "subdesarrollo" (completa desinformación respecto de las cifras de liderazgo relativo, respecto de toda América Latina, que hablan de lo contrario y sitúan a Chile como ejemplo y líder).



>> La principal estrategia de la prensa opositora ha sido debilitar a Bachelet y derrumbar a Lagos, la mejor carta que tenía la Concertación, como candidato para las presidenciales.

Y así, el ciudadano de pie, embuido en sus propios infiernos y placeres, cree a pie juntilla en el periodismo "facho", por ese contrato fiduciario pre-firmado, que reza "todo lo que la prensa publica es, de alguna forma, cierto". En consecuencia, se ha instalado la cultura del terror: todos temen al vecino, Chile se ha vuelto oscuro, peligroso, dominado por los lanzas, los espacios públicos se vacían, la señora con su cartera embutida en los brazos te mira con resquemor y Paz Ciudadana se convierte en un altar de sabiduría popular.



>> Publicidad engañosa: La Tercera intenta desmarcarse de El Mercurio y apelar, con su disfraz, a una visión "más liberal". Sin embargo, su estrategia de todo apunta a parecerse al decano para penetrar el segmento más joven del ABC1.

Por otro lado, la economía irrefrenable de los '90 es dibujada hoy como un elefante blanco y torpe que se tropieza en sí mismo. Claro, si los medios dieran más énfasis a la crisis internacional, se entendería con más precisión porqué la locomotora no avanza como debiera.



>>Muere Pinochet, el mayor asesino de nuestra historia, y El Mercurio retrata el hecho como tragedia nacional.

La prensa de derecha funciona así, con sus titulares terribles, que dan tanta importancia a un metro que se descarrilla (como para aderezar "los coletazos" del Transantiago), a los accidentes y atropellos protagonizados "por los buses orugas del sistema" (aislando el hecho en sí y reorientándolo al plan de transportes); que casi lanza fuegos artificiales con las caídas de Bachelet en la encuesta de turno; que revuelve una y otra vez la crisis energética o la muerte de carabineros (como si fuese un síntoma de irrefrenable estado de anarquía); que ensalza a una ministra que sale a terreno con los zapatos cambiados (oh, cierto.. no era un robot o una extraterrestre...). ¡Qué cansancio! ya ni siquiera leo La Tercera, El Mercurio ni menos La Segunda, que es el púlpito de la derecha más recalcitrante de este país.



>> Escándalo con escándalo se paga: ¿Qué hacer cuando es innegable la principal noticia del día (aunque con una mitigación obvia en la voz activa de "detención a")?: reflotar un demonio para el gobierno, como MOP GATE, y sobreponerlo al titular.

¿Qué salida queda? quedarme con lo que veo reporteando o leer, ver y escuchar con un constante y cansador sentido de desconfianza, crítica y lejanía. Lo que más me preocupa es que en el país con menos lectoría de Sudamérica y, por lo tanto, con menos conciencia crítica... ¿qué queda para quienes quieran informarse sin convertirse, a la vez, en borregos ideológicos de los hijos de Pinochet?

martes, febrero 05, 2008

Val-paseando


Después de mi retorno a Valparaíso y sus eternos misterios, fui en búsqueda de los detalles, que más allá de los ascensores, el puerto o los cerros definen a este puerto muchas veces surreal y misterioso. En compañía de dos amigos de La Serena, que miran la ciudad con ojos más frescos e inocentes, enfilamos pasos y miradas por cerros, escaleras, curvas, calles, adoquines, troles, ascensores, miradores y rincones. Entre otras cosas, encontramos la galería de arte más pequeña de Chile, telarañas eléctricas, una tienda con sillas de peluquería, un ascensor de rieles chuecos, una vitrina repleta de muñecas tétricas, una casa con la bicicleta en el aire. Y eso no es todo... pasen a ver:


>> Ubicada en la plaza Aníbal Pinto, esta galería se declara a sí misma "la más pequeña del país". Tal vez sea cierto. No mide más de 1 metro cuadrado y de vez en cuando sorprende a los viandantes con microexposiciones que masacran o adormecen retinas <<


>> Una bicicleta colgada en el segundo piso de esta casa de calle Almirante Montt. Probablemente la dejó en suspenso un acróbata abducido o quizá siempre estuvo allí, contemplando la plastificación del cerro Alegre <<


>> En el Bar la Playa dicen que dan la bienvenida, pero parece como que advirtieran que adentro hay algo aún más macabro que sus gestos y vestidos, perfectamente sacados de una película de Hitchcock <<



>> Cuenta la leyenda que un insatisfecho por la justicia, mandó a crear a la señora no-justicia, ubicada justo en el frontis de la Corte de Apelaciones de Valparaíso. En sus manos, la balanza no está en pie, no es ciega, sorda ni muda y su mano derecha en jarras denota que tiene una posición... Lo extraño es que señora No-justicia pareció ser oficializada en la estética del palacio, pese a que todos los días apunte su sardónica lengua hacia él <<







>> Telaraña de troles que se tejen en los cielos de todo Valparaíso. Desde niño me parecía un misterio la forma en que los carritos eléctricos doblaban. Me preguntaba cómo no se enredaban las antenas y cables.. pero un técnico de la empresa, en algún reporteo me sacó de la duda. Ésta es la única "contaminación aérea" que no me molesta en absoluto <<




>> El ascensor Concepción, el más antiguo de Valparaíso y el primero que se declaró en rebeldía al subir su tarifa desde 200 a 500 pesos, tiene un enrielado que dista de lo recto. En estricto rigor, el elevador sube en curvas hasta el cerro más visitado de la ciudad <<




>> Y siguiendo con el ascensor Concepción, mención aparte merece su torniqute, una joya inaugurada con el elevador en el siglo XIX. Aún funciona y sigue girando <<












>> ¿Pintados o reales? al fondo de un estrecho pasaje perpendicular a la calle Almirante Montt, dos hombres confunden y sorprenden, pero ellos -inmutables- sólo ven la vida pasar <<