lunes, octubre 09, 2006

Hormonas y neuronas

Pese a mis desencuentros con los temas del corazón sigo creyendo en eso del "amor para siempre" que tanto endiosa la cultura popular en diversos lugares comunes. Los epílogos matrimoniales de las teleseries o los besos incombustibles de finales hollywoodenses no serían los puntos suspensivos de amor eterno si no tuviéramos como referente el idealismo.
Después de haber pasado por unas cuantas relaciones, largas y cortas, cada vez que inicio una nueva lo hago con un poco más de desgaste de expectativas y resquemores a cuestas... Es lo esperable, no puedo dejar de temer pensamientos del tipo "¿para qué gastar tanta intensidad si esto se va a acabar eventualmente". Pero luego intento no hacerme caso en pos de autenticidad.
Para una persona pasional como creo ser, no tendría ni un brillo consumirme en la inacción y encerrarme en una caparazón de negaciones. Quiero creer que llegará alguien capaz de sorprenderme a diario, con quien crecer, caerme, ser cómplice, acompañarme, contemplar y aprender. No espero en lo absoluto un remedo de mí mismo, simplemente una persona con la energía suficiente para apuntar lejos en el mismo paisaje. Tengo amigos que rebaten estos clichés idealistas y creen que es una lata pensar así. Me contraponen con eso de la delicia de avanzar con nuevos y diversos sabores, personas con backgrounds distintos, historias nuevas, romanticismos distintos. Lo entiendo, pero no sé por qué aún sin haber llegado a los 30 siento la apetitosa necesidad de pisar seguro e imaginarme viejito junto a alguien repasando vida y fotos en común. Qué dilema: por una parte, no quiero conformarme con los sucedáneos... pero a la vez soñar con un punto final en el amor es como comenzar a morir de a poco.

3 Comentarios:

A la/s 9:33 p. m., Blogger smoked eyes dijo...

Entonces llamémosle fusión, tal vez energía cuántica, quizás ensoñación, en una de esas: danza, o pasión o simplemente necesidad.... quién sabe, querido, el amor, ese travieso angelillo, tiene tantos rostros....

no te desesperances

besos voluptuosos

 
A la/s 12:40 a. m., Blogger Cristóbal dijo...

Creeme el amor llega, cuesta pero llega. saludos y gracias por visitar mi blog

 
A la/s 3:28 p. m., Blogger franco dijo...

Amigo, usted sabe lo que realmente necesita, lo que sucede es que es complicado encontrarlo a causa de todos los obstáculos y los demonios con los que hemos llegado. Creo que el hombre es inherentemente un ser consagrado, por ello busca constantemente donarse. Cuando nos negamos a esa naturaleza intrínseca por medio del egoísmo es cuando sufrimos. La pareja supone, cómo no, consagración, por lo menos idealmente; no obstante, el medio en el que nos vemos enmarcados nos arroja a lo impermanente, a lo transitorio, elementos que no nos ayudan a discernir cuándo estamos ante un ser que ha llegado para la consagración. El sexo, el carrete, la sensualidad, la intensidad, el arrebato, el perfume, la carne son ingredientes exquisitos de toda relación que nuestra cultura neoliberal destaca, pero no son en absoluto los ingredientes centrales de lo que verdaderamente necesitamos de un otro, como los abrazos y el perfume de la madre no son lo fundamental del amor materno. A través de la madre debemos aprender a amar a la humanidad. De la misma forma con la pareja: por medio de él o de ella se nos debe abrir las puertas del mundo como un don constante, como una gratuidad intermitente. Sería insensato entregarme a un otro que potenciara en mí el egoísmo, la posesión, el dominio..,la vida no es así, o si parece así, nosotros la hemos hecho de esa manera. El verdadero amor, ese que te hace caer prostrernado, sucede luego de la sensualidad y de la carne, luego de las mariposas y la ansiedad...acontece cuando nada esperamos a cambio, cuando el que está junto a ti te acompaña a develar el misterio de la existencia, cuando la sensualidad se ha agotado pero queda el sello indeleble del otorgarse para siempre, cuando ayudas a vivir para ayudar finalmenmte a morir, cuando es hora de limpiarle el cuerpo herido, babeado, y no hay asco, hay infinitud. Hagamos como con la poesía: que cada poema sea la pretensión de un texto absoluto, pero no nos perdamos en la pretensión, no produzcamos, por ello, mala poesía. Dediquémonos no a buscar, sino a encontrar al otro. Con cautela, con detención, acallando nuestros demonios que nos piden más comida y más agua, sabremos si lo que ha llegado es consagración. Amigo, sabes lo que tienes que hacer.Ya lo sabes.

 

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