Eurocéntricos

Venía en el ascensor de un edificio con dos viejas cluecas, de esas prototípicas que tienen perritos poodle y gastan su mañana probándose zapatos de temporada en el mall. Hablaban de lo terrible que es este país caótico, sucio, inhumano, en que la gente no respeta los semáforos, las mamás les pegan a sus hijos, los dueños de los perros no recogen la caca de sus mascotas, la gente mete bulla y no tiene educación, etc. etc.. etc... Debo confesar que salí cargadísimo del ascensor, nuevamente con ese discurso altercentrista tan propio de nuestra idiosincrasia. Eso de tirarnos mierda todo el tiempo y constrastar este infierno con el paraíso que se extiende en línea recta hacia Europa. Sobre todo esto es palpable en quienes vienen recién llegando de un viaje "al primer mundo". Ni hablarles de mi mamá. Apenas soltamos abrazos cuando voy a busc arla al aeropuerto, encuentra todo ajado, feo y descolorido.

Admito que adscribo a esos relatos todo el tiempo. Odio mucho de lo que se critica: detesto la ordinariez, me carga la falta de modales, el humor básico, la falta de aceptación a las diversidades, el insularimso.. todo aquello.. pero por otra parte -y escudriñando algún reducto de esperanza patriota- quiero pensar que todos estos defectos no son otra cosa que nuestra esencia latina ligada a las pasiones (otra vez pasión versus razón!): La Europa correcta, derecha, donde todo funciona en plazos y sincronías de cristal es hija de la razón, de los postulados de Aristóteles, del modernismo puro. Frente a ello, a mi juicio, Latinoamérica conserva algo de indómita a las lógicas de la razón..algo así como los hijos del fuego: somos pasión, sangre, sudor.. secreciones y tierra.. temperamentales, rompedores de esquemas y fórmulas, desconocedores de manuales de cortapalos, estrechamente atados a la vena. Nos besamos en el saludo, no tenemos tapujos terribles frente a lo que Europa condena como rudo en el objetivo de su óculo puro y ordenado como casa piloto...Tal vez por eso aquí fracase el pefectísimo TranSantiago o los cambios culturales modernistas que se reinventan chilenizados (o desperfeccionados, para algunos).... Si mi teorpia sirve de consuelo, no somos más que los habitantes de la tierra en que triunfó Platón.