Venía en el bus desde Santiago y en el asiento de atrás iban dos periodistas de La Segunda conversando. Hablaban sobre trabajo (era que no!), las "pautas" que debían cubrir en la semana, acerca de los sobresaltos del "cierre", del "golpe" propinado y recibido.
A mitad de camino, la conversación seguía siendo la misma: "que el enfoque de esa nota no era el mejor.." "y golpeamos a El Mercurio con el reportaje X... ", "deberíamos seguir el tema Y". Todo derivó a esos diálogos tan típicos de los periodistas, que siempre, y en algún punto de inflexión cotidiana, terminamos endiosando nuestra profesión.
Tan rápido como por la ventana avanzaban casas, árboles, cerros y nubes lejanas, mis colegas aceleraban el intercambio de ideas sobre lo imprescindible que es el periodismo en la sociedad, que los reporteros somos realmente los poseedores y ejecutantes del tan manido "cuarto poder", que los diarios dictaban la agenda de gobierno y la movían según la dirección de sus hilitos.
Ahí fue cuando comencé a divagar (hasta este escrito) sobre esas razones tan dogmáticas que desde la escuela de periodismo nos hacen creer: que la profesión salvará el mundo, que es una actividad arriesgada, increíble, adrenalínica, intelectualmente demandante. Decretos que rayan en lo romántico y caricaturesco, y perpetuamos hasta el hartazgo con las bocas apagadas o encendidas, como en el caso de mis colegas en el bus.
Yo, por el contrario, entre más practico el periodismo, más contradicciones y defectos intrínsecos de la profesión respiro. Sin desconocer todo lo que quiero y atesoro de mi vocación, siento que los periodistas somos la actividad más titireteada que existe. Somos los obreros de grandes piezas ideológicamente aceitadas que se mueven acomodaticias hacia donde el dueño, los dueños o el auspiciador preferencial decida. Nosotros obedecemos (o deberíamos hacerlo), casi como perros pavlovianos.
Triste decirlo, pero a veces siento que somos los adormecidos-adormecedores. Ya tan atrás quedó esa imagen romántica del reportero que husmeaba las injusticias, que vagaba por una noche de desconciertos para ir en rastro del golpe, que descalabraba un gobierno a lo Watergate. Hoy si es posible dehilvanar estructuras de poder, a mi juicio, se produce por vendettas partidistas de las altas esferas políticas que instrumentalizan a los medios a su arbitrio. Así se han sucedido escandalillos como MOPgate, EFE, PGE, Spiniak-Novoa y otros cuantos, mientras bajo la rueda duermen los jueces heroinómanos, los ministros pedófilos, los dirigentes políticos que roban a gran escala o practican una mafia encubierta. Todos saben, todos callan. Y los periodistas seguimos llenando el espacio cada vez más reducido que deja la publicidad.
En algún punto dejamos de intelectualizar los alcances del micrófono, olvidamos el impacto de una buena (y cojonuda) pregunta, la trascendencia de una investigación contundente y nos volvimos los teóricos básicos de la dogmática pirámide invertida, de la palabra que no debe repetirse entre título y bajada, de la pregunta que omitimos por miedo a sus consecuencias, del tema que el editor nos conmina a no seguir "porque involucra a un DC" (o UDI, PPD, RN o PS..). Nos convertimos en los célebres autores de la nota que se visualiza exacerbadamente por las mismas razones: tal o cual DC, UDI o PPD... quiere vestir el sayo de Mesías de cara a una campaña.
Periodistas marionetas, dormidos, esclavizados en un esquema de escritura prefabricado, en una agenda setting que pareciera querer dibujar al país tan conservador y obediente del statu quo y, a la vez, omite lo que detrás de las cortinas se desvanece. Periodistas ventrilocuos del silencio, desinformadores, perpetuadores de la ignorancia, contrincantes del iluminismo que alguna vez inspiró los ideales de una profesión dormida en el poder adquisitivo y simbólico de un grupo de capitalistas que montan el engranaje. Mientras no tragamos la autocomplacencia de creernos los delineadores de una compleja simbología que hace rato no podemos (ni sabemos cómo) interpretar...
No es que precisamente quiera morder de la mano que me da de comer (o me da espaldarazos aparentes), pero vaya que nos hace falta una revolución!
9 Comentarios:
Joder!!! Ese es un profesional! Vamos, en toda regla. Espero que sobreviva este discurso en un medio tan corrupto. Dificil esta este cometido en la "Cueva de ali baba y los millones de ladrones" o esta estrecha franja geografico/mental llamada Chile.
Un Saludo
Qué complicado todo lo que mencionas. Noto cierto cinismo y algo así como una desilución. Eso pasa cuando el amor está colado por ahí y todo me dice que amas esta profesión. No voy a comentar el fondo de tu comentario, porque da para algo más que unas líneas en un blog, pero comparto algo así como el 20% de lo que dices. El 80% restante está para tesis.
Saludos
CV
Como siempre digo: me había propuesto no escribirte hasta que te dignaras a pasar por mi Blog y dejaras uno de tus interesantes comentarios... Sin embargo, el tama que tocas hoy me atañe tanto que no puedo marginarme.
Yo siempre me he sentido como un "bicho raro" en esto del periodismo, en función de lo que me ha tocado vivir en estos años. Contrariamente a lo que tú dices (generalizando), yo no siento que nuestra profesión sea la panacea, la solución-divina a todos los problemas que atañen a la sociedad ni nada de eso...
Tampoco me considero una persona que ande tras la pista de el hecho que va a golpear a tal o cual medio. No me siento un héroe ni un espécimen iluminado que tiene el poder en sus manos (en sus dedos). Me siento, simplemente, un tipo que disfruta escribiendo cosas que pueden interesar a alguien. Mientras sepa que hay una persona que me lee, que dice "esto me sirve para...", yo feliz.
El periodismo, como muchas otras actividades (si no todas), está corrompido por los grandes grupos de poder; y hasta cierto punto, eso es bastante lógico, si se considera el sistema en el que estamos inmersos. Lo malo es que haya gente que haga su pega pretendiendo que esta "mano invisible" no existe; así, todo se transforma en una utopía que pierde fuerzas, porque se trabaja sobre un escenario ficticio.
Afortunadamente, no tengo que lidiar con conflictos como el que describes. Siempre tuve claro que así era y no esperé cambiar nada con el ejercicio de mi (amada) profesión. Simplemente, trato de hacerlo bien, de ser acucioso, de interpretar y de satisfacer mi necesidad de escribir hasta la muerte.
Quizás (y esto también da para otro tema), habría que potenciar más (o dar mayores opciones de sobrevivencia) a los medios "alternativos" o cuminatrios; aquéllos que sí buscan modificar sectores y grupos de la población y que, anónimamente, siguen cada día luchando, con periodistas aguerridos y comprometidos que no se dejan oprimir por el signo peso...
Un abrazo fuerte.
Rodrigo Z.
Me parece muy interesante el ejercicio de revisar crìticamente tu hacer, en tèrminos de los limitantes que coaccionan tu labor y còmo nos sumimos de lleno en estas dinàmicas. Digo nos sumimos, porque sin ser periodista, muchas veces me veo inserta en el sistema que tanto critico y pretendo transformar cotidianamente. Aunque creo en la autonomìa relativa, y siento que tù dejas una huella, a ratos difìcil de percibir, pero en tus mismas lìneas das cuenta que construyes, desde tu lugar... quizàs no desde un cuarto poder, sino que desde tu micropoder, tu posiciòn...
El tema da para largo, pero tu post de hoy, me mueve a reflexionar..
Te quiero mucho y te extraño... no te he podido ubicar por otra vìa y es necesario decirlo..
Besos
MZ
Periodista de vocación?? NO
Más bien por la necesidad de estudiar algo respondiendo al tonto clamor social y familair de que "HAY QUE SER PROFESIONAL"...
Hoy me encuentro semi desencantada del periodismo y de las ofertas laborales que hay para nosotros. No he cumplido nada de lo que pensé cuando entré a estudiar esta carrera, un tanto ilusionada, un tanto soñadora.
Sin ir más lejos, y casi como una curiosa coincidencia, ayer le comenté a mi mamá "parece que me equivoqué de carrera, no sé por qué estudié esta wea"...ahora puede ser parte de un estado de ánimo algo pesimista que me ha invadido en estos últimos días...vamos a ver si cambia el panorama.
Lo que más agradezco hasta ahora de los 5 años que estuve en esa Escuela, son los amigos que gracias a ella obtuve y entre los que te inluyo obviamente.
Espero cambien pronto el panorama y que en poco tiempo más me pueda reir de estas amargadas líneas.
Un beso amigo!...
feliz xq te veré prontito!!!
I love you!!
Maca
FE DE ERRATAS:
Dice: cuminatrios
Debe decir: comunitarios
¡Dislexia total!
Se le quiere, amigo.
rOdRigO
Me quedo!
Tuve una reflexión similar hace unos años cuando noté que no vibraba como mis colegas (de La Segunda, que por cierto son siempre los más engrupidos, pero tambien de otros medios amigos) reporteando las emocionantes noticias del ámbito económico. Nótese que, cosa curiosa, a mi siempre me gustó el periodismo económico. Para resumir, te cuento el resultado de la reflexión: perdí la motivación, mi diaria nota de portada, mi puesto como reportero, y las ganas de seguir haciendo lo mismo. Busqué trabajo como gerente en otra empresa, terminé mis estudios de Ingeniería Comercial y tiré la grabadora dentro de un cajón para siempre.
¿Sabes que siento ahora? Que sigo siendo manipulado como empleado, aunque ahora más explícitamente. No tengo un editor que me censure, pero tengo un jefe y los dueños de la empresa que me exigen resultados. No tengo que golpear a La Segunda, pero debo ganarle a mi competencia. Represento los intereses de la empresa cuando negocio contratos y cosas así... me creo el cuento, hablo enredado con números, tasas, precios, millones de dólares... que no son ni míos. No hay mucha diferencia en realidad, salvo que gano más plata y asumo con la frente en alto que trabajo para llenarle los bolsillos a otro.
Al menos lo encuentro más sano que creerse el cuento de que manejo la agenda del gobierno por el diario, ¿no?
Después de ver "El Informante" en la universidad me hice la misma pregunta. Si vale la pena enfrentarse a una denuncia contra poderesos, (en Chile), sabiendo vas a perdedor, lamentablemente si no tenemos el apoyo de alguien igual o más poderoso del que denunciamos, o nos vamos a la cárcel; o simplemente nos hacen desaparecer del mapa.
Tengo mucho más que decir, pero por ahora solo eso.
Que estés muy bien.
Un abrazo de oso.
Dos abrazos de oso.
Tres abrazos de oso.
Cuatro abrazos de oso.
Infinito abrazos de oso...
Sal-udo.
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