Las antiguas navidades
De niño solía esperar la navidad, con anticipación, desde el primer día de diciembre, cuando sacábamos las cajas del árbol y la decoración del fondo del cuarto. Nos reencontrábamos con los adornos antiguos, como los ángeles de yeso, las bolitas olvidadas, las luces que ya no funcionaban y el pesebre que cada vez se trizaba más. Mi padre se afanaba en disponerlo todo armónicamente, musicalizar con villancicos y comprar decenas de pan de pescua y chocolates.
Recuerdo bien que mi rito era tarjar el calendario y contar los días. Por ahí por el 10 del último mes del año, elaboraba una detallada carta con peticiones al misterioso viejo pascuero. Se la entregaba esperanzado a mi papá-emisario y esperaba (de seguro, viendo los monitos de entonces, como "Juanito Escarcha" y "Eveneezer Scrooge") con la clara estrategia de destacar en sendos párrafos mis logros del año y mitigar mis traspiés. Mi papá se reía de su -entonces- calculador retoño (lo de periodista vendría después).
El día 24, mi padre, mis dos hermanas y yo, organizábamos desde temprano la cena. Él cocinaba una exquisita carne con trozos de verduras. Sacábamos el mejor mantel, los cubiertos especiales. Nos vestíamos para la ocasión y comenzábamos ese ritual de querernos a través de los minutos. Al rato, él hacía un ademán de ir a buscar algo. Ahí aprovechaba de abrir la ventana de su pieza, situar los juguetes sobre la cama y volver. Minutos después de las 12, decía, con una actuada extrañeza: "hay ruidos en la pieza". Yo, sumergido en la ilusión, corría hacia la puerta, la abría y gritaba eufórico por mis regalos, mis ansiados trofeos soñados por meses.
La "treta" de mi padre quedó al descubierto en una navidad en la que ya me había enterado de la prosaica realidad de las cosas, a través de mis compañeros de curso y mis intuiciones más afinadas. Sin embargo, para no estropear la fiesta, fingía que seguía creyendo. Fue así cómo desenmascaré a mi propio viejo pascuero, endeudándose hasta donde su sueldo no alcanzaba, corriendo contra las horas, distrayéndonos de sí mismo, esmerándose por conservarnos dentro de un dibujo de bellas ilusiones, mientras su mundo se caía a pedazos de soledad y obligaciones.
La "treta" de mi padre quedó al descubierto en una navidad en la que ya me había enterado de la prosaica realidad de las cosas, a través de mis compañeros de curso y mis intuiciones más afinadas. Sin embargo, para no estropear la fiesta, fingía que seguía creyendo. Fue así cómo desenmascaré a mi propio viejo pascuero, endeudándose hasta donde su sueldo no alcanzaba, corriendo contra las horas, distrayéndonos de sí mismo, esmerándose por conservarnos dentro de un dibujo de bellas ilusiones, mientras su mundo se caía a pedazos de soledad y obligaciones.
Las últimas navidades con mi padre, la fantasía del viejo pascuero se había esfumado, no así su tenacidad por hacerlo todo ideal. Recuerdo bien que el 24 de diciembre de 1996, hace más de diez años, lo preparó todo mejor que nunca. Preparó la cena más exquisita. Nos repletó de regalos y sorpresas, como anticipándose a una despedida del ritual, que jamás fue igual desde que no estuvo. Hoy se ha convertido en uno de esos días en que más lo recuerdo, con su sonrisa triste, sus ansias de niño, su vigor por no dejarnos al arbitrio de sus tempestades. Con el tiempo, mi descrédito de las magias y los dioses, con mi desarraigo del sistema y sus dogmatismos de consumo, obnubilación y frenesíes, el 24 de diciembre sólo aprovecho de acercarme a mis seres queridos, mi familia y mis amigos y expresarles en un abrazo mi infinita gratitud. También es el día en que tomo una pausa y lo recuerdo a él, con su lúdico afán de hacerlo todo perfecto y bello. Su frenética búsqueda por conservar a sus hijos incólumes dentro del jardín secreto.
11 Comentarios:
Me gusta cómo graficas a tu padre desde la idealización de sus realidades. Lo que quiero decir es que graficaste al hombre soñador, amante de familia, pero con ojos que dejaban entrever sus dolores, que fue capaz de dotar de magia y de detalles, y con ello, de altus navidades...
Sé tb por tu historia y la de Lorena cuánto han hecho por mantener ese sueño de tu padre en pie: la familia, el ritual, el cariño. Éso, pese al dolor de su ausencia y a los conflictos propios de la vida. Tienes una familia maravillosa, Manuel, con esa descendencia que ahora ya entrega sentidos distintos a estas nuevas fechas. Quizás la conciencia del endeudamiento de tu padre los mueva a aprender las lecciones (que vaya que cuestan en estos tiempos, no?) y a apegarse a la sonrisa de sus sobrinos, las palabras de Luis Tomás, la nostalgia de Lorena, tus discursos ácidos/pertinentes, y esa expresión tan propia de Claudia.
Que tú tb tengas una feliz Navidad!
Intentaré encender las luces esta noche........
MZ
Demasido lindo, me emocioné muchísimo.
En mi casa la encargada de producir la navidad siempre fue mi madre; no hay en mi mente recuerdo alguno del padre, (a menos que lo haya borrado, cosa que dudo, simplemente nunca estuvo). Qué insólito, ahora que lo pienso, nunca tuve un regalo de mi padre, pero bueno, ese no es tema.
Nunca olvidaré una navidad en que entramos a la pieza en donde dormía con mi mamá (ella trabajaba puertas adentro), y después de las doce, vi todos los regalos apilados en la ventana, fue demasiado maravilloso, nunca antes había sentido una ilusión tan hermosa.
Bueno mi gran amigo, lo conozco tan poco, pero lo estimo mucho, de verdad.
Un abrazo gigante de oso.
Sal-udo.
Que sensitivo es recorrer los espacios interiores del moreno-griego que guarda en su corazòn tan dulces y compasivas imagenes del padre. Un niño feliz, protegido y con grandes ilusiones que su viejo le proporcionaba con su entrega pura de padre amante y protector.Que gran señor fue ese hombre cuyo hijo aùn lo añora , lo mantiene entero y muy presente en su corazòn y recuerdos.Hijo previligiado....que grandes regalos de amor te hizo tu viejo pascuero, entiendo entonces esa mirada aùn perdida q descubro de vez en cdo. sigue, sigue agradeciendo ese amor incondicional que te dio mientras estuvo en esta dimensiòn y hazle saber siempre q sigue en tu coraz`n,
Dan ganas, manu, de robarte tus recuerdos. Extraño una imagen paterna como la que tú evocas, con esa ternura que conmueve. Dan ganas de robarte esa nostalgia, que me cuenta del amor de un padre, aun en tiempos de días tristes.
Hay padres que hacen regalos que duran todas las navidades...
Gracias por compartirlos con quienes te leemos.
Abrazo.-
Me hiciste reflexionar sobre mis navidades pasadas y las compañía de un padre que, como el tuyo, ya no está presente.
Saludos
CV
te quiero, amigo....si no nos caminamos en nuestra sangre es que somos hermanos de esferas más altas. Nunca dejes de nacer.
Tu relato es conmovedor, me ha transportado a esos días mágicos de suelta imaginación donde esas imágenes se tornan tan melancólicas... ¡Quiero mis zapatos verdes!!!...sólo yo los quiero porque representan una de las navidades más felices que he tenido.
Se respira bien aquí...volveré más seguido...
Que lindo lo que escribes. Mis navidades siguen siendo así... porque aún hay niños en la casa... (claramente NO míos, jajaja)
Además es muy linda la forma en que recuerdas a tu papá...
me voy.. cuidate!
Feliz Navidad :)
ALE :p
Mi querido: mis recuerdos de navidades siempre han estado llenos de esa magia por hacernos creer. Aún me da nervios pensar todas las triquiñuelas que ideaban mis papás para que yo no dejara de vivir en esa ilusión. Casi no tuve tiempo de salir pues después nacieron mis hermanos y la magia tuvo que seguir. Extrañamente, a ratos vuelve ese gordinflón vestido de rojo. De hecho, unos días antes de navidad mi vieja me llamó para hacer la pregunta de rigor: qué le pediría al viejo pascuero. confieso q me dio risa, pero por sentirme niña de nvo. En mi casa suelen jugar con la sorpresa. Creo q es para q no perdamos la curiosidad de niños. Y es algo q agradezco, especialmente, a mi papá, pues estoy seguro q el gordo colorado no fue algo presente en su infancia.
Se le quiere.
Besote (y acuerdate que me cambié de casa )
DIEGO (DE VALPO)
Q BKN ESCRIBES! EMOTIVIDAD Y SOLTURA.. PRECISIÓN...YA SÉ DE QUIEN HEREDASTE TANTO INGENIO.. GRANDE TU VIEJO. FELIZ NAVIDAD PARA TI, GUAPO.
Manu:
Me hicistes emocionarme y sigo emocionado, me has traído a mi mente a mi padre .
El más entusista en Navidad era yo, siempre preocupado en los detalles, creo que sigo igual y en la familia permanece ese ritual.
Ahora soy yo quien cumplo esa tarea, de hacer que mi hijo me siga mis pasos, será concreta y hereditaria???
espero que sí , aunque tenemos diferente carácter, pero confío en que los valores sean lo que se mantengas.
Tu expèriencia es muy linda al igual que la mía.
Eres un gran escritor
Gracias amigo por lo bello que escribes y poder disfrutar de tus líneas.
Talento
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